domingo, 13 de junio de 2010

Viviendo en el confort de las ideas



A modo de continuación del post anterior, unas breves reflexiones sobre la tensión entre las ideas y su ejecución; sobre los diferentes frutos que produce navegar una o ambas aguas, y sobre el porqué del confort de quienes se quedan a vivir en la idea.

Indicamos que en el mundo de las ideas hay claridad y ausencia de contradicción, mientras que en el proceso de ejecución de las mismas hay gran conflicto.


Creo que hay un entendimiento light de lo que significa crear, y tener pasión por emprender. Se asimila esta actividad solo a su faceta intelectual. Una creencia muy edulcorada en todos los campos.


Aún las grandes concepciones negociales, los grandes planes para la transformación de un territorio, o incluso una nación, no son autoejecutables. Aunque sean brillantes, requieren un plan y acción en consecuencia.

La suma de todos estos factores completa el producto.

Los americanos tienen un dicho que dice “A wish is not a desire”.

“I wish I could fly” es muy diferente de “I desire to be the best in school”. Aunque ambas palabras (wish-desire) son traducidas al español como deseo, no contienen el mismo significado.

La palabra “wish” implica solo una expresión de deseos, mientras que la palabra “desire” conlleva adentro la semilla de la acción. Se utilizan en contextos diferentes, y mientras que la primera es solo una declamación, la segunda presupone acción para darle vida al sueño.


En mi experiencia de logros y fracasos propios y ajenos en los que me tocó ser parte, tiendo a pensar que la idea per se, ocupa un lugar pequeño en el entrepreneurship world. El ADN emprendedor, al igual que la palabra deseo debe contener mucho verbo para ser real.

Según Fernando Trias de Bes (El Libro Negro del Emprendedor) “La idea no es un motivo para ser emprendedor”.

Concebir una idea implica un proceso mental que tiene principio y fin. Puede tener retoques y reajustes de tiempo, pero no es una constante a menos que se la ponga a rodar.

Emprender es dar rienda suelta a una actitud de vida que aunque claramente comienza con una creación, o adaptación de una idea a nuevos escenarios, no se alucina con aquella, sino que se deleita con la adrenalina que implica el cambio que la detonará.

En el caso de Roberto que comentamos la entrada anterior, el gran gozo transformador y enriquecedor estuvo en el proceso, el cual es siempre parte de un espiral de reciclaje permanente.

Las ideas como los fracasos a lo largo del proceso de emprender son importantes, pero solamente puntos de referencias. Auscultar a ambos no nos dirá mucho en la evaluación de los resultados y del entrepreneurial character.

Porque entonces no se puede vivir al emprendimiento como bien lo describe Santiago Bilinkis al decir que es: “una actitud de vida?


Cenar los viernes por los últimos 10 años en el mismo lugar, evita el desagrado de lidiar con diferentes experiencias contrarias y no agradables en otro. Un desajuste en las expectativas sobre el menú y el precio; un mozo que desconoce nuestro nombre o nosotros el suyo; una mesa diferente etc.

La ejecución de la idea es el desafío de lo nuevo. Hay personas que tienen una idea interesante, pero están simplemente encantadas con ella, y no asumen la necesidad de cambiar para ponerla por obras. Otros que viven en la auto-justificación permanente.

¿Qué tiene que ver ejecutar o emprender con cambiar? Todo. A veces la idea es solo el punto de partida, el pretexto.


El éxito será inversamente proporcional a la aversión al cambio. Ejecutar una idea o plan es justamente estar dispuesto a cambiarla, y a permitirse que al final quede poco de lo que había al inicio.

El cambio también implica que líder esté dispuesto a aceptar y superar sus propias contradicciones, las de su equipo, y las del ecosistema. Deberá convencer a propios y ajenos, y esto muchas veces implicará ceder. Hacia adentro para que el equipo adquiera el ownership necesario del proyecto, hacia afuera para ir surfeando modularmente ante una realidad sistémica y compleja.

Deberá muchas veces perder para ganar, y sembrar para cosechar.
El espiral creativo generará la necesidad de tolerar, y esto significará más cambio para la personalidad del ejecutor.

La idea pretende cambiar el mundo o un state of the world determinado, la ejecución comienza con la transformación del propio líder, su equipo y entorno familiar. Esto duele, pero es imprescindible.

En la idea, está la creación en potencia mientras que en la aventura está su despliegue. Sin embargo, para esto es necesario modificar los hábitos.


El progreso de todo proyecto está necesariamente ligado a la transformación. Hay que obligarse a salir de la zona de confort, y entrar en la planificación de los detalles de la idea, que constituirán los drivers necesarios para obligar al emprendedor a adentrarse en la realidad.

En la letra grande de la idea hay posibilidad de esconderse, en la letra chica (disculpen, soy Abogado), hay atrevimiento.

No hay magia, sino determinación para perfeccionar el cómo.

Concentrarse en el premio y comenzar a dar pequeños pasos, es la forma para dejar de lado el afano, la desesperación y la angustia por lo desconocido.


Después de todo, como dice el dicho “quien mira las nubes, nunca sembrará”


Foto: Sweet Annies

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