lunes, 21 de junio de 2010

Saber negociar es saber redactar (y viceversa)


Este post es el primero de una serie en la que trataremos el carácter holístico y autosuficiente de todo contrato, sobre todo los complejos.

Hace unos días escuche decir, “el acuerdo se va a cerrar, pero la otra parte lo va a incumplir”. A continuación, el asesor realizó un compromiso sobre lo primero (redacción) pero se desdobló en el aire, desentendiéndose de lo segundo (cumplimiento eficaz).

Esa afirmación me hizo recordar antiguas conductas asincrónicas de mis primeros tiempos de novel abogado, cuando hace casi 20 años solíamos comentar con otros jóvenes colegas refiriéndonos nuestra performance en el foro: “nos va muy bien, juicios hay muchos, el problema es cobrar…”

En aquel ejemplo, como en el reciente, falta una visión holística de los problemas y de la manera integral de modelarlos.

En el caso del pasado, o no se han utilizado todos los medios tendientes a la victoria, o bien ha fallado la calificación del caso, y/o del cliente.

En el ejemplo del presente, habrá seguramente una redacción, pero ésta no contendrá toda la materialización que requiere una eficaz negociación. Hay un desdoblamiento entre negociación y redacción contractual o transacción propiamente dicha que atentará contra la performance del acuerdo intentado.

Negociación y redacción de un contrato autosuficiente deben integran una unidad de un proceso, en el cual negociar es redactar y redactar es negociar.

El cierre de una negociación exitosa debe incluir el drafteo de un contrato autoinmune, es decir un acuerdo que contenga para cada virus, su propia vacuna y que no dependa de la actividad jurisdiccional.

Esto último es crítico, sobre todo con el nivel de calidad institucional local. De lo que se trata es de dejar poco o nada en mano de terceros.

En términos simples negociar es cerrar un trato, lo que implica la materialización de los objetivos propuestos. Sin embargo esos puntos por lo general son redactados en un acuerdo escrito. Es ahí donde la condicionalidad de doble vía se manifiesta, ya que el contrato deberá ser totalmente fiel y conducente a expresar los objetivos y el trato sellado.

En este sentido, redactar es negociar y negociar es redactar. Es imposible desdoblar ambos actos si no se quiere afectar la eficacia del acuerdo.

La redacción no solo debe reproducir fielmente el acuerdo sino también dotarlo de todas las garantías legales para que cumpla con los fines propuestos. La negociación debe colocar a la otra parte, en la “situación deseada” para que se acepte la redacción propuesta y las garantías autosuficientes deseadas.

Negociar no es simplemente producir un acuerdo edulcorado, sino uno que manifieste los objetivos propuestos. De igual manera redactar no es simplemente escribir, sino hacerlo con un propósito, lograr por todos los medios que ambas partes estén totalmente incentivadas al cumplimiento o a una liquidación rápida y efectiva de los daños.

Ya dijo alguien que "La verdad es que para ser buen abogado es necesario conocer Derecho", aunque no es suficiente conocerlo".


La calidad técnica del redactor supone que sea un experto en lo jurídico, pero además requiere que sepa interpretar los objetivos de su parte, los medios con los que cuenta, y también que haga un análisis pormenorizado de las capacidades de la contraria.


Es parte de una negociación efectiva no solo el tener el control sobre una redacción eficaz y detallada, sino también sobre las variables formales e informales de incentivos, premios y castigos que influirán en su cumplimiento. De todo esto es responsable el asesor.

El contrato no puede ser percibido simplemente como un instrumento. El contrato como negocio y el contrato como acuerdo son parte de una unidad de acto denominada contrato como negocio jurídico.

Sobre esto último ampliaré próximamente.


Foto: negotiations



domingo, 13 de junio de 2010

Viviendo en el confort de las ideas



A modo de continuación del post anterior, unas breves reflexiones sobre la tensión entre las ideas y su ejecución; sobre los diferentes frutos que produce navegar una o ambas aguas, y sobre el porqué del confort de quienes se quedan a vivir en la idea.

Indicamos que en el mundo de las ideas hay claridad y ausencia de contradicción, mientras que en el proceso de ejecución de las mismas hay gran conflicto.


Creo que hay un entendimiento light de lo que significa crear, y tener pasión por emprender. Se asimila esta actividad solo a su faceta intelectual. Una creencia muy edulcorada en todos los campos.


Aún las grandes concepciones negociales, los grandes planes para la transformación de un territorio, o incluso una nación, no son autoejecutables. Aunque sean brillantes, requieren un plan y acción en consecuencia.

La suma de todos estos factores completa el producto.

Los americanos tienen un dicho que dice “A wish is not a desire”.

“I wish I could fly” es muy diferente de “I desire to be the best in school”. Aunque ambas palabras (wish-desire) son traducidas al español como deseo, no contienen el mismo significado.

La palabra “wish” implica solo una expresión de deseos, mientras que la palabra “desire” conlleva adentro la semilla de la acción. Se utilizan en contextos diferentes, y mientras que la primera es solo una declamación, la segunda presupone acción para darle vida al sueño.


En mi experiencia de logros y fracasos propios y ajenos en los que me tocó ser parte, tiendo a pensar que la idea per se, ocupa un lugar pequeño en el entrepreneurship world. El ADN emprendedor, al igual que la palabra deseo debe contener mucho verbo para ser real.

Según Fernando Trias de Bes (El Libro Negro del Emprendedor) “La idea no es un motivo para ser emprendedor”.

Concebir una idea implica un proceso mental que tiene principio y fin. Puede tener retoques y reajustes de tiempo, pero no es una constante a menos que se la ponga a rodar.

Emprender es dar rienda suelta a una actitud de vida que aunque claramente comienza con una creación, o adaptación de una idea a nuevos escenarios, no se alucina con aquella, sino que se deleita con la adrenalina que implica el cambio que la detonará.

En el caso de Roberto que comentamos la entrada anterior, el gran gozo transformador y enriquecedor estuvo en el proceso, el cual es siempre parte de un espiral de reciclaje permanente.

Las ideas como los fracasos a lo largo del proceso de emprender son importantes, pero solamente puntos de referencias. Auscultar a ambos no nos dirá mucho en la evaluación de los resultados y del entrepreneurial character.

Porque entonces no se puede vivir al emprendimiento como bien lo describe Santiago Bilinkis al decir que es: “una actitud de vida?


Cenar los viernes por los últimos 10 años en el mismo lugar, evita el desagrado de lidiar con diferentes experiencias contrarias y no agradables en otro. Un desajuste en las expectativas sobre el menú y el precio; un mozo que desconoce nuestro nombre o nosotros el suyo; una mesa diferente etc.

La ejecución de la idea es el desafío de lo nuevo. Hay personas que tienen una idea interesante, pero están simplemente encantadas con ella, y no asumen la necesidad de cambiar para ponerla por obras. Otros que viven en la auto-justificación permanente.

¿Qué tiene que ver ejecutar o emprender con cambiar? Todo. A veces la idea es solo el punto de partida, el pretexto.


El éxito será inversamente proporcional a la aversión al cambio. Ejecutar una idea o plan es justamente estar dispuesto a cambiarla, y a permitirse que al final quede poco de lo que había al inicio.

El cambio también implica que líder esté dispuesto a aceptar y superar sus propias contradicciones, las de su equipo, y las del ecosistema. Deberá convencer a propios y ajenos, y esto muchas veces implicará ceder. Hacia adentro para que el equipo adquiera el ownership necesario del proyecto, hacia afuera para ir surfeando modularmente ante una realidad sistémica y compleja.

Deberá muchas veces perder para ganar, y sembrar para cosechar.
El espiral creativo generará la necesidad de tolerar, y esto significará más cambio para la personalidad del ejecutor.

La idea pretende cambiar el mundo o un state of the world determinado, la ejecución comienza con la transformación del propio líder, su equipo y entorno familiar. Esto duele, pero es imprescindible.

En la idea, está la creación en potencia mientras que en la aventura está su despliegue. Sin embargo, para esto es necesario modificar los hábitos.


El progreso de todo proyecto está necesariamente ligado a la transformación. Hay que obligarse a salir de la zona de confort, y entrar en la planificación de los detalles de la idea, que constituirán los drivers necesarios para obligar al emprendedor a adentrarse en la realidad.

En la letra grande de la idea hay posibilidad de esconderse, en la letra chica (disculpen, soy Abogado), hay atrevimiento.

No hay magia, sino determinación para perfeccionar el cómo.

Concentrarse en el premio y comenzar a dar pequeños pasos, es la forma para dejar de lado el afano, la desesperación y la angustia por lo desconocido.


Después de todo, como dice el dicho “quien mira las nubes, nunca sembrará”


Foto: Sweet Annies

viernes, 11 de junio de 2010

La planta crece hasta donde lo permite la maceta


En el día de ayer asistí a la fiesta por los 30 años de Autoservicio Mayorista Diarco S.A (DIARCO), en la cual, su fundador y actual presidente, Roberto Goldfarb compartió interesantes principios que explican parte del lugar en el que hoy se encuentra.


Roberto hizo un breve resumen ante un público importante, sobre los principales momentos de su vida y crecimiento empresario, desde aquel comienzo en un pequeño almacén que abrió a la edad de 32 años.


En uno de los primeros pasos, contó cómo se vio en la necesidad de ampliar –en su segunda mudanza- el local que le había quedado pequeño. Tenía unos 800 mts2, y flujo comercial para irse a un poco menos del doble de espacio.


Sin embargo, la anécdota cuenta que alquiló un galpón de 17.000 mts2, y cuando su esposa Zully, invitó a los padres de Roberto ese fin de semana a conocer el lugar, debieron sentar al papá, y darle una pastilla sublingual atenta su condición cardíaca.


Una vez recuperado su padre, le indicó a Roberto que estaba loco, dado el salto inconsciente que había dado en el crecimiento. No tenía recursos para abastecer completamente un local de 1.700 mts2, pero había alquilado uno de 17.000 mts2.


Roberto le respondió: “Vos me enseñaste que la planta crece hasta donde lo permite la maceta”


La Fe, es un componente vital para todo emprendedor, sin embargo para llegar al puerto se necesita mucho más que ella. Es necesaria, pero no es suficiente, y allí viene la segunda parte de la moraleja.


La historia de Roberto Goldfarb no se detuvo allí, y compartió parte de sus devenires. Al momento de alquilar ese tremendo galpón había sorteado varios desafíos, pero este era mayúsculo.


Así fue que compartió una dinámica de trabajo, según la cual él muy temprano iba a los distribuidores, levantaba los precios de los productos que consideraba eran convenientes, y volvía a su local. Allí con un simulcop, copiaba en un papel algunas imágenes y con cada letra escribía lo que hoy sería un insert. Rápidamente hacía más copias con un mimeógrafo y se dirigía a repartir los volantes él mismo, en locales en un radio de unas 13 cuadras de su negocio. Allí levantaba los pedidos que luego entregaba desde su galpón.


Dice el proverbio que la “Fe sin obras es muerta”, en el sentido que la ausencia de ejecución de la creencia, la torna como si no hubiera existido.

Un abogado diría que si nos quedamos contemplando la idea, sin ponerla por obra, es como si la misma estuviera sujeta a una condición suspensiva.


Nunca cobrará vigor, a menos que nos arremanguemos la camisa y transpiremos ver la misma en vida.


Tengo el privilegio de gerenciar los equipos legales que asesoran a Diarco y a Roberto Goldfarb, y aunque él también mencionara que se ha auto-excluido de la gestión diaria para los próximos 30 años, y se haya auto-designado como parte del nuevo “Consejo de Ancianos”, me consta que todavía está en el detalle, y cuando digo detalle, digo el precio diario de la lata de ananá.


Me pareció interesante compartir la anécdota y el contraste, entre la visión y el detalle para resaltar cómo la ausencia de definición de este último condiciona la existencia de la primera.


Escucho a diario grandes planes, en diferentes industrias, campos y materias, sean for profit o non for profit. Sin embargo, muchos de esos soñadores tienen un encantamiento con el qué (Estrategia), pero no descienden al cómo (Planificación-Ejecución)


En el mundo mental de las ideas, hay seguridad y paz. En el de la ejecución hay gran tribulación, inseguridad ante un ecosistema permanentemente cambiante y gran contradicción. Quienes están dispuestos a navegar por ese mar de contradicciones, en donde hay que negociar permanentemente y muchas veces ceder y conceder, serán quienes estarán en mayores condiciones de ver coronado su sueño.


Sobre esta batalla en la mente, posiblemente amplíe en una futura entrada.

Espero les haya servido este ejemplo.


Imagen: Photobucketaa

miércoles, 9 de junio de 2010

La verdad no se oye, se ve


“La verdad, por lo general, no se oye; se la ve” es una frase que se le atribuye a Baltasar Gracián, autor de “El Héroe” y uno de los clásicos autores del Renacimiento español, quien dedicara gran parte de su obra al coaching de los poderosos de la época sobre cómo construir más capacidades, y a no perder las conseguidas.

El ganar por intermedio de las acciones y no por medio de los argumentos debe integrar el decálogo de todo el que aspira a liderar.

Este criterio para la construcción del poder enseña que, aunque puedan obtenerse triunfos circunstanciales sobre la base de argumentaciones verbales, si no hay una realidad sólida que lo sustente y sostenga en el tiempo, será una victoria pírrica y con fecha de vencimiento.

Este principio, que aconseja a no explicar tanto sino a demostrar, parte de la premisa de que por lo general todo individuo considera que está en lo cierto y rara vez se lo convence de lo contrario por palabras. Es aquí cuando todo razonamiento de tipo argumentativo cae en oídos sordos, hace agua.

Advierto en el ámbito de los negocios, tanto en la actuación de emprendedores iniciales como también en el lado de los consagrados, que hay mucho contenido de tipo declamativo.

La retórica como ejercicio de persuasión es un arma válida, pero lo es más si hay un acompañamiento de acciones. Hay situaciones en las que sólo los hechos deben hablar por nosotros.

Las palabras tienen poder, pero también presentan un gran problema, deben ser interpretadas. Y la interpretación es un proceso cognitivo de retroalimentación en el cual, el flujo del continente a interpretar debe ser filtrado por el contenido que el intérprete posee.

Como no hay neutralidad en el observador, debe ser parte de la gimnasia diaria de quienes se mueven en terrenos donde hay un botín para conquistar, este de demostrar las ideas por métodos indirectos.

Este ejercicio directo de controlar lo que se dice, y de construir de manera indirecta lo que se quiere mostrar debe ser un componente diario de toda la actividad prospectiva que realiza quien emprende.

En consecuencia, todo proceso de imaginación de un futuro deseado –aún en sus primeros estadios, debe incluir la imaginación y desarrollo de las acciones que se necesitan para que ese futuro sea realizable.

Esto es aplicable para quien está por primera vez escribiendo un plan de negocios para presentarlo ante un Business Angel, o quien tiene una empresa en funcionamiento y ha fijado un horizonte de cinco o diez años para venderla y salir del negocio, por ejemplo.

Seguidamente, algunos comentarios sobre el primer caso, y el reenvío a dos blogs que creo agregan verdad a la presentación de un plan de negocios.

En los primeros momentos, cuando el entrepreneur sólo tiene papel y lápiz, el demostrar realmente quién es, cuál es su idea, y cómo la ejecutará revela además de estas autenticidades, un principio de realidad que constituirá un indicio de responsabilidad para los hechos y actos que deberá realizar seguidamente para ejecutar su plan.

Es aquí en donde me parecen interesantes las recomendaciones de Seth Godin y Jeff Cornwall (The Entrepreneurial Mind) tendientes a buscar autenticidad y veracidad (realidad) en lo que se quiere exponer. Según el criterio de ambos, muchas veces los formatos existentes de Business Plans constituyen fórmulas enlatadas que atentan contra la certeza de lo que se quiere exponer.

Quisiera agregar al respecto que el enmascararse por ignorancia o por error en esquemas predeterminados contribuirá a que el emprendedor no se ausculte a sí mismo ni a su proyecto. Un ejercicio de pensamiento crítico que hoy es vital para sobrevivir en casi todas las áreas.

Seth Godin indica que para él la estructura tradicional de los business plans es oscura e impide muchas veces llegar a la verdad. Propone una estructura más simple, que podrá agregarse a la anterior (Inversores estarán esperando lo que ya conocen).

En su esquema los capítulos deberían ser:

· Verdad: una descripción del mundo como es. (industria, mercado, clientes, etc.)

· Afirmaciones: los cambios que se realizarán a la forma en que hoy ocurren las cosas.

· Alternativas: asunciones y flexibilidades necesarias en caso que las cosas no ocurran como fueron pensadas.

· Gente: el equipo.

· Dinero: cuanto se necesita.

Jeff Cornwall propone un ejercicio paralelo con preguntas:

· ¿Qué deseas hacer?

· ¿Por qué es el proyecto una oportunidad, y qué está ocurriendo en el mercado para que el proyecto funcione?

· ¿Específicamente, quién está sufriendo producto de una necesidad insatisfecha de un producto o servicio? ¿qué deberás hacer para obtener ese negocio?

· ¿Con quién deberás pelear para obtener que esos clientes te compren a ti?

· ¿Específicamente que tienes para ofrecer y por cuánto dinero? ¿cómo les permitirás que te conozcan? ¿cómo les entregarás lo que les has ofrecido?

· ¿Qué recursos y gente necesitarás para que esto ocurra?

· ¿Cómo luce tu historia en números?

Creo que ambos son ejercicios válidos que darán provecho a quien recién comienza y debe convencer a otros que tiene lo que se necesita para construir el futuro que anticipa.

Aunque en estos casos iniciales, si bien estamos ante una descripción de un sueño, y del soñador, tratar que esa descripción sea reflejada de la forma más transparente posible, es además de ser un valor en sí mismo, un indicio y medio para lograr de manera concreta objetivos futuros.


Imagen: Photobucket