Días pasados leí en el blog de Sergio Postigo una historia muy motivadora llamada “Quien dobló hoy tu paracaídas”, en la que se cuenta la historia de alguien que fue salvado por la colaboración silenciosa de otro que dobló su paracaídas. De paso, les recomiendo su lectura, está en el blog “Virus Emprendedor”.
La historia termina con una reflexión y también con una pregunta/desafío.
El pensamiento indica que “todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional, uno mental y hasta uno espiritual”.
La pregunta-desafío: “Hoy, esta semana, este año, cada día, trata de darte cuenta quién dobla tu paracaídas, y agradécelo”.
Aunque el “thesaurus” del post posiblemente sería: Logro-Equipo-Reconocimiento-Gratitud-Dar, inspirado por uno de los comentarios hacia el post, que agradecía la historia motivadora, relacioné este concepto con la actitud de quien doblaba el paracaídas, e intento hacer algunos dibujos sobre: Motivación e Impartición.
Se que ambos temas son enormes y exceden ampliamente mis incumbencias y experiencias pero simplemente quiero contrastar una práctica y confrontarlos entre ellos.
Todos sabemos que la motivación es importante porque es la sal de lo que hacemos, el combustible de nuestras acciones. Para quienes tenemos equipos, y personas a nuestro cargo, así como también socios, directores, inversores, y superiores a quien reportar sabemos que el pasar esa sal a otros es también vital.
Sin embargo hay mucho de pensamiento positivo dando vueltas. Recuerdo haber asistido en USA a mucho seminario y capacitación donde los conceptos comenzaban con una arenga generalizada, pónganse de pie, estírese, salude a quien esta a su lado, abráselo, béselo, salte, grite, diga soy ganador 1.000 veces, etc.
Esto nos puede alegrar, distender y divertir por un momento, pero no subsiste en el tiempo. Es como en nuestra casa, por más que le hagamos escribir a nuestros hijos en el pizarrón no debo mentir, no debo mentir; si cuando llega la llamada de teléfono y ellos atienden y alguien pregunta por nosotros le decimos: “decile que no estoy”; como diría un júnior: “estamos en el horno”.
La voluntad de trabajar o de crear depende de múltiples móviles que nos impulsan en esa dirección. Nuestro accionar y el de nuestros liderados es el resultado de la síntesis de un cúmulo de variables endógenas y exógenas que lo originan.
Desde lo interno, podemos tener motivaciones por objetivos, logros, competencia, afiliación o familiaridad, principios de todo tipo, espiritualidad, autorrealización y poder entre otros. Desde lo externo, hay también impulsos que nos conducen o no en determinadas direcciones, y allí están desde nuestras esposas o esposos, nuestros inversores, nuestros socios, nuestros jefes, y hasta nuestro coach personal.
Estos conceptos son de doble vía, porque también remiten a nuestro accionar hacia otros a quienes podemos edificar o no en este sentido.
Muchas veces la función del líder, sea emprendedor o inversor que maneja equipos es identificar el tipo de motivación y hacer que la misma no sólo se mantenga activa y vivaz sino que crezca y se proyecte hacia el crecimiento de la organización. Esto implica compromiso y una tarea de conocimiento responsable hacia nuestros dirigidos, caso contrario lo nuestro será una arenga de tipo Hop-Hop.
A veces esta motivación no es desinteresada ya que persigue objetivos puntuales, sea para el originador o para la organización, pero si es sana estimo también afectará positivamente al destinatario.
Sin embargo, y habiendo acordado que motivar implica un camino mas comprometido que escuchar “Reggaeton” y tomar cervezas con el otro, a quien se pretende motivar, creo que hay otro nivel diferente, que es el de la Impartición.
En este nivel, ya no trato de disponer el ánimo del otro de un determinado modo, sino que simplemente tengo una práctica en compartir cosas para su edificación personal, lo cual excede el ámbito funcional para el cual fue contratado.
Sin embargo, como primero el recurso humano “es”, para luego “hacer” esto tendrá gratas consecuencias sobre su desempeño.
Según la RAE, impartir es: repartir, comunicar, dar. Esto nos desafía aún mas, ya que no sólo debo conocer las motivaciones de cada recurso humano de nuestra organización, sino además su persona para poder en determinados momentos hacer un depósito en ella.
Esta, muchas veces es una tarea lenta, minuciosa, a largo plazo y sin el exhibicionismo de la motivación, pero en un determinado momento de la vida de la empresa o del proyecto, cuando ese recurso humano deba tomar una decisión crítica para su vida y que repercuta en la organización, esa semilla va actuar como este paracaídas que fue diseñado para situaciones extremas.
Hasta la próxima.
Alex
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